Felipe Solá, eh, Soledad Martínez, oh,

La Corte Suprema, leyendo algo del Corán republicano (más allá de que El Consejo Supremo de la Revolución, en Irán, que cumple el mismo rol que se autoadjudica acá la Corte, pero es erudito en ese libro y acá sólo le encuentran referencias a la defensa corporativa de sí mismos) entrevió que la nacionalización de los comicios, a partir de la elección de delegados al Consejo de la Magistratura,  haría perder las elecciones al kirchnerismo y por ende, perder poder. 
Son momentos donde no quedan intelectuales relevantes para defender el giro conservador y tonto, discursivamente, del kirchenrismo.
Se pueden leer algunos blogs que todavía están luchando para demostrar que TN es el cuco, pero no los leen más que los que los financian. Y Carta Foster, que ya bordea el ridículo. Una excepción, única excepción, es Oscar Cuervo,  aunque es muy municipal, muy portuario. 
Es en este desierto donde la nota de Alejandro Horowicz se sintió con más fuerza. No en la militancia del kirchnerismo, que es políticamente irrelevante y medio vaga para leer. Sino en los que tratan de encontrar algo bueno en este kirchnerismo donde sólo se debate si a un dictador se lo llama Jorgito, como los alfajores o Sumo Pontífice, como le deben los niños violados a Susanti Pancho, como para hacer quedar la sensación de que el desastre electoral que se avecina la tiene sin cuidado a la principal responsable.  Mientras que la noticia mundial era que un arzobispo se había choreado todo en la teocracia homofóbica.
Estas cosas sólo son posibles en el país despolitizado en el que vivimos. 
Hubo una marcha, intrascendente para los medios oficialistas -aunque la publicaron, claro, pero no la entendieron- y ya más en el aburrido plano administrativo, en el blog de Hernán Reibel, se hace un resúmen informativo de la ley para volver la caja a la Constitución.
La Corte temía que el kirchnerismo pierda las elecciones y los consejeros se hagan gerentes financieros, como manda la constitución. Más, si son de la oposición. Más, si son de la oposición radical. Más, si hace 12 años no mojan la billetera del poder en el café con leche. 
Pero la reforma judicial trasciende los planes inmediatos de la presidenta de los 70 millones de Argentinos y hace a la democratización del país.
De manera que el ´proyecto enviado al Congreso por el poder ejecutivo bipersonal (la presidenta y el encargado de dar malas noticias) va al corazón del poder tribunal aristocrático, tanto como el ingreso libre en ese poder oscuro. 
La Presidenta, de paso y con habilidad, mete un debate de fondo en plena campaña. 
La incógnita es qué votarán los diputados que responden a Massa. 
Si votan en contra, ganan en identidad personal, pierden la elección. Si votan a favor, ganan la elección en la provincia pero se meten en un berenjenal que después no se sabe dónde termina.