Polémico Moreno

Una vez fui al edificio donde está Guillermo Polémico Moreno. Como en todas las áreas del estado, tienen un sistema, tipo Agente 007, de gordas maleducadas que gritan a los visitantes. El de la Casa Rosada es de antología. Y, por supuesto, completamente ineficaz y trucho. En este edificio era más simple. Con menos pretenciones. Rústico, como Guillermo Moreno. Fui ahí, por razones que no quiero contar. Nunca volví, eso sí. Tenía que ir a la Secretaría de Industria. En la puerta, terminando un cigarrillo, uno de los implicados en la verguenza nacional que es la privatización del dinero, decía, contentísimo, que lo habían escrachado en Clarín. Esperaba, entonces, su pronto ascenso (lo contaba invocando una especie de solidaridades compartidas, un lenguaje común, algo muy raro. A tipos así, nunca los llevaría a la casa de mi vieja, por ejemplo, por las dudas). Había un par de empresarios, cansados, esperando. Nosotros -no iba solo- pasamos primero. Me llamó la atención la cantidad de afiches de su agrupación pegados en todos lados. Y de los menemistas K de UPCN. Había escuchado, una vez en una charla que organizaban unos amigos, a Betríz Paglieri, que llegó a afirmar, antes de que yo me pare y me vaya, algo sobre la guerra de Irak, me arrepiento de ponerlo por que es tremendo. En fin, gente inculta, bruta, con un lenguaje filo militar que asusta un poco. Gente primitiva. Pero, en mi opinión, en la senda correcta. Leí que Lanata dijo que Moreno era "un López Rega sin armas", mamita, qué manera, floja, de decir gansadas. Es por estas cosas que una persona oscura como Polémico Moreno, aún concita adhesiones. De gente que no lo conoce. Hay una visión del peronismo, que se puede llamar ortodoxo, que sostiene la mística de la agrupación de Moreno. Un gobierno es la suma de varios componentes. Y en el gobierno de Cristina, aún más, quizás, en lo ideológico, aunque distintos fueron los contextos, que Néstor, prima una clara visión de la política liberal. No engarzado, como hace la zoncera, con el liberalismo económico. Que, filosóficamente, contradice, y no en el sentido de la dialéctica hegeliana, la puesta en práctica de los postulados del liberalismo político. Esto, lo que acabo de decir, es también una novedad, amasada por el campo popular durante décadas, pero que se evidencia, se pone en práctica, desde la presidencia, con el ciclo de los Kirchner. Cristina se sacó una foto hace pocos días con los cansados, nunca conflictivos, líquidos miembros del Instituto De Revisionismo Menemista, perdón, histórico. Todos de riguroso traje, menos, Hernán Brienza, mi amigo, bien por él, el mejor, de lejos, de todos esos. Aunque creo que está enojado conmigo, por estos dardos. Bueno, así es la vida. Hay que debatir. Ah, y Chumbita, no lo conozco, pero lo he leído y leo con pasión. El revisionismo histórico ortodoxo, institucionalizado, de doctores que escriben en La Nación y se amiga con cuanto prócer liberal ande por ahí, es algo que no tiene respuestas al momento político actual. No se meten con el tema de los subtes, con el Día Nacional del Pastelito el 25 de mayo se hacen los boludos, sobre los subsidios, sobre el frondizismo, en fin, nunca meterse en los conflictos reales. Nunca explorar en el daño profundo, yo diría de muerte, que Menem, con Pacho O Donell, le hizo al revisionismo. Lo digo yo, el único menemista que queda sobre la tierra. Con orgullo. Cristina, en cambio, no obligada a posar de intelectual institucionalizado, crea esos campos de conflicto, en buena hora y responde desde una visión, si se presta atención, en lo ideológico, sistematizada, que tiene, además, este componente de liberalismo político. Pero, también, cree en la institucionalización de estas cosas. Al pedo. Porque se anula el debate que, si se hiciera desde el campo plenamente político, fermentaría. Deveniría en creación, en potencia, en riqueza. Así, se elevan a la cumbre, nunca teorías sobre la historia, sino próceres...un poco de cartón. Un poco forzados. Como, por ejemplo, Dorrego. La contraseña para defender a Rozas sin tener que bancar las atrocidades, con lo cual se lo despoja de riqueza política, de espesura histórica. Morenizar, digamos, la historia. En referencia al otro Moreno, no a Polémico.
Polémico Moreno no tiene estas preocupaciones históricas. O no se le conocen. Todos los comportamientos que narran su conducta lo demonizan. Como contracara, se lo defiende, pero nunca contando algo contable, nunca argumentando.
El problema que tienen las formas es cuando desnaturalizan el contenido. Esa discusión, hoy negada, en pos de cerrar filas, práctica desagradable que, sin embargo, muestra eficacia; no puede darse. Con lo cual, en vez de priorizarse el contenido se pone todo en un combo y, bueno, naturalmente, las medidas quedan menos apoyadas...y menos criticadas, desde una perspectiva constructiva. Resulta eficaz. Lamentablemente.



Twittear