nara na na, narananá, Hey Jude, no lo estropees

Moyono no mostró nada nuevo de lo que, sobre él, se sabía. O, mostró que sin Cristina -ya no enfrentado con CFK: él está enfrentado, sus bases, no- no puede movilizar tanto como con Cristina. Y que no logró, más que en porciones muy reducidas, capitalizar, liderar, el sector que se referencia en el radicalismo, el socialismo y el PRO.
Lo que Moyono le resta a Cristina se lo suma a sí mismo, no a ninguna alternativa política, pero como a la vez, lo que le quedó a Moyano, es menos de lo que tenía, en general, la cagó. Dio un mal paso. Un segundo paso, político, errado. El primero fue renunciar al PJ. El segundo la marcha de ayer.
Hubo un paro general de la CGT y casi ni se sintió. Las razones, oscuras, por las que la derecha quería a Moyono, quiso a Moyono por algunas semanas, se evaporaron.
El discurso de Moyono, fue pobre. El motivo de la marcha quedó diluido. No se pudo ubicar, en el imaginario social, con claridad. Y tampoco rompió con el esquema económico y cultural del gobierno K. Insultó, agravió a Cristina, su hijo tonto, Pablo Moyano, hizo extensiva la agresión a La Cámpora. Facundo. como bien mostró 678, quedó a la deriva. Más sincero, pero sin rumbo. Culpa de la estrategia errática de  Hugo Moyono. Piumato quedó desdibujado. La cosa, parece, correrse a la derecha.
Todo piola.
No termina acá.
Moyono, con más muñeca política, y una circunstancia más favorable, puede recuperarse. Maneja, lidera, el principal sindicato, el estratégico, el que hizo crecer el kirchnerismo. Al pedo. Pero es tarde para lamentos.
Moyono no logra ubicar en algún lugar del horizonte hacia dónde va, de manera emotiva, movilizante, en tanto no logra explicar, en términos poéticos (la verdad jurídica no viene a cuento) el por qué de la ruptura. Como representante de las clases medias altas, fuera de su corporación (que no es para desdeñar) no le da el color de piel. La Argentina es un país racista.
Los factores estructurales, sin embargo, siguen operando. Para generar las condiciones de posibilidad de un Moyono. Aunque éste se muestre torpe en la escena política para la construcción.
Moyono está extraviado políticamente, pero la estrategia de desaceleración económica que se insinuó en los primeros meses del año -los créditos a jubilados, el plan de viviendas, la estatización de YPF prometen atenuar esa misma estrategia, o desmontarla- la crisis internacional y ciertas resonancias de la historia que tornan a la corporación sindical a la defensiva, siguen presentes.
Schmid y Plaini están, al costado, escondidos.
Pero el gobierno no logra tener una política de salud que desmonte la de Onganía y los sindicatos. Ni una política crediticia -el lanzamiento de la tarjeta para los jubilados, jode, naturalmente, el rol financiero de los sindicatos más que el de los bancos- hacia los trabajadores en activo. Yo no creo que el reclamo de ganancias sea justo ni el de las asignaciones familiares. No lo creo y creo, más aún, que hay un retroceso ideológico ahí. Incluso, en la mayoría de los kirchneristas que, aislando a Moyono del análisis, se prenden, sin mayor rigor, a la consigna "el salario no es ganancia". Muchachitos, el salario de los gerentes, por ejemplo, o de los trabajadores de cuello blanco, de los comisarios, del Dirctor de Fotografía Artística del Ministerio de Puentes, los compungidos del queremos preguntar, los artistas de galerías paquetas, los jugadores de fútbol de planta permanente, los publicistas de las grandes agencias, los abogados de los estudios que están frente al Poder Tribunal, sí son ganancias. La conciencia de clase, única, que pervive, es la conciencia de la clase política. Profesionalizada. Burocratizada, con un solo objetivo estratégico: sobrevivir.
La masa salarial, mérito del kirchnerismo sin dudas, se ha agrandado. La que está en blanco. Que eleva el piso de los que están en gris. Y hay, además del kirchnerismo, mérito de algunos, pocos, poquísimos gremios. Uno es el de Moyono, en desmedro del de Cavalliere. Principal, pero no únicamente.
Pero hay un núcleo duro que, aún desdoblando, como hizo el kirchnerismo con Moyono, el sindicato por rama, no puede perforarse. Incluirse. Y se desfasó, tremendo para la Argentina otrora peronista, la relación trabajo salida de la pobreza.
Ahí es el estado. Con las jubilaciones. Con la asignación universal. Con lo que hay y lo que falta en salud. Con lo que hay, mucho más, y lo que falta, en educación.  Con lo que hay para la zona portuaria en transporte, el resto la mira de costado.
El conflicto, entonces, continuará. Pero.
No es todo, la totalidad, ni siquier el principal conflicto que atravesará el kirchnerismo de acá a un tiempo corto, la elección del año que viene, que define, por ejemplo, la posibilidad de la reelección de CFK (que yo subscribo, por si hace falta aclarar: soy una especie de ultrakirchnerista crítico. Por que en este espacio es donde estas cosas, que hacen al pueblo humilde y a la patria de los trabajadores, se pueden discutir. Y acá vale la pena discutir. Acá, se puede, además, materializar esos sueños) y en ese escenario de conflicto con patronales, capitales locales extranjerizados y viceversa, la ausencia de Moyono, o de un sindicalismo movilizado, se hará sentir.
Hay que hacer control de daños.
Se hizo. Dentro de lo posible. Que no es, casi nunca lo es, lo óptimo.
Buenas noches.
Hijos de puta.




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