Eulalio y los zapallos

 Gracias, nuevamente, a Julio Martignago, que me manda estos minidocumentales de la vida del norte Argentino, que registra en su andar, como ingeniero agrónomo (qué distinto a la mayoría de los ingenieros agrónomos que conozco!). Del campo profundo. De la otra cara del cristianismo. Hay algunos lectores, cristianos de izquierda, de este blog, con los que me escribo y tengo buena relación. Lo cuento por que complejiza mi ateísmo virulento. Y le da densidad a mi concepto de que el campo no existe. 
Acá, Eulalio cuenta que con el Programa Social Agropecuario y las campañas de comercio directo del zapallo en Formosa, está pudiendo construir, junto a su familia, su casa.
En algunos videos nuevos que he subido días atrás (éste es del año pasado, revisando los mails sin leer está éste, se me había pasado) le mandan saludos a la Presidenta. Me da ternura. Este blog  no lo lee, que yo sepa, la presidenta. Pero Máximo, sí. Y me discute y se interesa especialmente por las cosas que escribo sobre la comida, los alimentos, la vida de los sectores populares. Él puede decirle, a la presidenta, que si en la selva profunda, hasta el último joven, peón, de Formosa, siente amor y agradecimiento a Cristina, entonces es que vamos bien. Entonces es que estamos generando un quilombo cultural en este país de dimensiones que nosotros ni siquiera alcanzamos a sospechar.
Yo soy un cínico de mierda, pero créanme que estoy emocionado. Por estas cosas tienen sentido la lucha política de todos los días. Por estas cosas.
La puta madre, qué lindo momento histórico que nos ha tocado. En Eulalio y los zapallos están encerradas muchas de las respuestas que, ante ciertos vacíos y vacilaciones, necesitamos. También muchos de los dilemas. Y los desafíos.
Y, más que nada, las esperanzas.