martes, abril 17, 2012

Argentina volvió al mundo

Joaquín Morales Solá- el enemigo fácil, para chicos del CBC- es, en Argentina, el dueño del mundo. El nos rastrea en el radar de las buenas costumbres. Cuando se deja de pelear contra las corporaciones se pelea, cabotajemente, contra los Morales Solá. Que además, bajo emoción pucherito, son graciosos. Divertidos. Pero sirve Morales Solá a los efectos de otra cosa: metaforizar la relativa debilidad de los Estados Unidos en la región. El esquema ideológico -eso que los apurados llaman "el modelo"- tiene una cosa muy mala y una cosa muy buena: la muy mala es que cree en la posibilidad de inventar, a través de mercenarios y delincuentes, una burguesía nacional; es decir, tornar eficaz el actual circo de burgueses nacionales que son delincuentes y mercenarios de los más oscuros. Tiene una cosa muy buena: cuando se choca contra la realidad de su inviabilidad, sabe cambiar.
Morales Solá fue vocero de la Embajada, la que va con mayúsculas. Hay un drama que nunca pudo resolver: a nuestra oligarquía, por la maldición holandesa de tener demasiados recursos naturales, le conviene ser bonapartista, antimperialista, por que compite en los mercados diversificados con los EEUU y con Brasil. Pero la correspondencia inmediata entre conciencia y materialidad social, no se da manera mecánica y, además, las más de las veces, en la micropolítica de puja diaria, no se da. Y nuestra oligarquía, por las características de su tarea, es bruta. Es ignorante. No tiene un proyecto de país. Tiene vacas. Y vacaciones.
Argentina tiene, ahora, con qué sentarse a conversar con Brasil, con China, con Rusia. O sea, con EEUU. Argentina tiene, ahora, petróleo.
Nosotros, porque en el esquema estaba potenciar el consumo y las exportaciones primarias (por eso, la luz era recontrasubsidiada en el puerto y ahora es subsidiada, no así en Formosa, y por eso, la oligarquía recibe cuantiosos subsidios en combustibles) importábamos combustibles de las discturas yanquis en Medio Oriente y del chabacanerismo sudamericano "de izquierda". El compañero Evo Morales, por ejemplo, debe estar, en la realidad de los papeles, muy triste: Argentina, que no es un país salvaje como Brasil, pagaba un precio solidario a Bolivia por el gas. Una pena, ese curro, el del subdesarrollismo en el cual se mueve a sus anchas el lumpenaje populista, plantea, ahora, el forro desafío de gobernar en serio en vez de cantar boludeces con los indios, pobre Evo, no quisiera estar, en estas horas amargas, en sus zapatos. Venezuela, en cambio, en este aspecto, es un poco más serio. Básicamente porque Chávez está en el mundo, es parte de él, juega a algo. No es Brasil, que no pincha ni corta, más que por tener millones de negros semiesclavos, muchos recursos naturales, un apartheid que llaman, jocosos, burguesía de San Pablo y la histeria de amagarle a los yanquis con no ser sus vasallos y pasar a servir a China, histeria que nunca se concreta. Pero les funciona. Como a Corea del Norte. El problema es que los yanquis cada vez les exigen más: para otorgarles un asiento en el Ministerio de Economía Mundial (el consejo de seguridad de la ONU) les piden otra prueba de amor. Tiene que ver con el sometimiento militar "por la seguridad hemisférica" de los descarriados, los que juegan a algo en Sudamérica. Ecuador, Venezuela, Colombia y Argentina. Porque, sencillamente, EEUU está aislado. Perdieron sus candidatos en Chile -el partido socialista- y la masacre colombiana está haciendo virar de posiciones a su élite gobernante de semi partido único.
Argentina, volvió al mundo.

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